Ahí yacen piedras sacras, cimientos aparentemente vivos...
La tribu gitana enciende la luz de la tradición oral los días de mercado, a
este lado del río... Podría ser el centro de nuestra República, pero la hierba
y los árboles refractan la memoria... (y no estoy hablando de
muertos).
Siempre que aparece, sentimos la necesidad de partir, de cruzar el puente hacia
el presente... Por no hablar de sus profundidades... Tal vez me equivoque, pero
creo que, definitivamente, hemos dejado de ser románticos.
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