VALLE-INCLÁN EN LA CATEDRAL DE LEÓN


El rosetón de la catedral de León 


inspira el éxtasis de Valle-Inclán:

   "Recuerdo también una tarde, hace muchos años, en la catedral leonesa. Yo vagaba en la sombra de aquellas bóvedas con el alma cubierta de lejanas memorias. Ya entonces comenzaba mi vida a ser como el camino que se cubre de hojas en Otoño. Había entrado buscando un refugio, agitado por el tumulto angustioso de las ideas, y de pronto mi pensamiento quedó como clavado en un dolor quieto y único. La luz en las vidrieras celestiales tenía la fragancia de las rosas, y mi alma fue toda en aquella gracia como en un huerto sagrado. El dolor de vivir me llenó de ternura, y era mi humana conciencia llena de un amoroso bien, difundido en las rosas maravillosas de los vitrales, donde ardía el sol. Amé la luz como la esencia de mí mismo, las horas dejaron de ser la sustancia eternamente transformada por la intuición carnal de los sentidos, y bajo el arco de la otra vida, despojado de la conciencia humana, penetré cubierto con la luz del éxtasis. ¡Qué sagrado terror y qué amoroso deleite! Aquella tarde tan llena de angustia aprendí que los caminos de la belleza son místicos caminos por donde nos alejamos de nuestros fines egoístas para transmigrar en el Alma del Mundo. Esta emoción no puede ser cifrada en palabras. Cuando nos asomamos más allá de los sentidos, experimentamos la angustia de ser mudos. Las palabras son engendradas por nuestra vida de todas las horas, donde las imágenes cambian como las estrellas en las largas rutas del mar, y nos parece que un estado del alma exento de mudanza, finaría en el acto de ser. Y, sin embargo, ésta es la ilusión fundamental del éxtasis, momento único en que las horas no fluyen, y el antes y el después se juntan como las manos para rezar. Beatitud y quietud, donde el goce y el dolor se hermanan, porque todas las cosas al definir su belleza se despojan de la idea del Tiempo.

IV
La belleza es la intuición de la unidad, y sus caminos, 
los místicos caminos de Dios."

["El anillo de Giges IV", en La lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales (1916)]


AMOR MÁS ALLÁ DEL CARNAVAL

Recuerdo ahora esa escena... Una imagen que condensa el mundo que cabe en esta ciudad, 
          la velocidad asombrosa de sus callejones y jardines... 
      Dos jóvenes en la noche rompiendo las fronteras de la raza y el espíritu, horadando las entrañas del cuerpo social y cultural... 


        Dos jóvenes de colores diferentes haciendo el amor en el parque del Temple... Ella es la blanca y el negro es él. Y la copulación alcanzaba los límites del canto nupcial de las panteras. 
     Una isla debía de estar ardiendo en su conciencia... La furia de aquel mar oscurecido lanzaba sus espumas contra los prejuicios inútiles. El mar con su música mineral, todo el mar estaba penetrando por los surcos verdes de esta tierra...  
      Recuerdo esa imagen intersexual, esa fecunda celebración interracial, intercultural... Nadie hubiera sido capaz de interrumpir el paso de sus emanaciones bajo los árboles...          
     Brindo ahora por la aventura germinal de esos dos héroes anónimos y enérgicos que desde lo más profundo de la ciudad estaban abriendo las ventanas de un tiempo nuevo...    
    Imagino los filos de sus bocas, y están apuntando hacia lo alto.


PASAJE CON MISTERIO

Textículo dramático


 Es un pasaje para masticar despacio.
      Su cielo es un herrumbroso somier con un esqueleto de gorrión que no para de croar. Y sobre el suelo de cenizas pueden verse todavía algunas lágrimas con un saltamontes dentro.


     Y entré en la única tienda abierta, una tienda antigua y sin nombre que ha comenzado a liquidar sus existencias. Olía a matanza y a mosto y especias de otro mundo.
    Y allí estaba él, charlando con la dueña como si estuviese tejiéndole un jersey para toda la vida.
    Pregunté primero por el precio de unas mantecadas y una gorra de plato azul.
    Y luego por el bar del rincón que estaba cerrado y cercado por una verja... Un misterio... Hacía por lo menos quince años que... 


    Esa bodeguilla ya no se puede abrir, no. Está muy mal por dentro, no se puede abrir.
    Por delante de los ojos me pasó la imagen de un montón de ataúdes rellenos de carne blanca.
   Y él me miraba como quien ha viajado ya por todos los países de Europa y América...
   Más de quince años hará que murió su propietario... Al parecer se suicidó... Negocios raros, dicen... Y desde entonces nadie ha vuelto a entrar ni salir de ahí.

¡¡¡¿Y quién iba a salir de ahí?!!!


    Él sin embargo no tiene miedo de que lo maten. 
  Apenas mide metro y medio. Y viste americana negra y camisa y corbata de rayas rojas y azules. 
    Y camina como huyendo de la luz.

   No soy capaz de desterrar de mi cabeza la idea de que... ¡Maldito presentimiento!