Recuerdo ahora esa escena... Una imagen que condensa el mundo que cabe en esta
ciudad,
la velocidad asombrosa de sus callejones y jardines...
Dos jóvenes en
la noche rompiendo las fronteras de la raza y el espíritu, horadando las
entrañas del cuerpo social y cultural...
Dos jóvenes de colores diferentes
haciendo el amor en el parque del Temple... Ella es la blanca y el negro es él.
Y la copulación alcanzaba los límites del canto nupcial de las panteras.
Una
isla debía de estar ardiendo en su conciencia... La furia de aquel mar
oscurecido lanzaba sus espumas contra los prejuicios inútiles. El mar con su
música mineral, todo el mar estaba penetrando por los surcos verdes de esta
tierra...
Recuerdo esa imagen intersexual, esa fecunda celebración interracial,
intercultural... Nadie hubiera sido capaz de interrumpir el paso de sus
emanaciones bajo los árboles...
Brindo ahora por la aventura germinal de esos
dos héroes anónimos y enérgicos que desde lo más profundo de la ciudad estaban
abriendo las ventanas de un tiempo nuevo...
Imagino los filos de sus bocas, y
están apuntando hacia lo alto.
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