Hasta
los pueblos más remotos del Noroeste Atlántico llegaban los ecos de las bombas
que hacían estallar en la
Ciudad Condal las hordas terroristas. Ponferrada era entonces
una urbe de cuatro barriadas y más de ochocientas casas cubiertas de pizarra
azul.
Un
lluvioso anochecer de abril, un hombre corpulento, de barba plateada y ojos de búho,
apareció en la taberna más anticlerical del barrio de la Puebla, la taberna del
Caimán. Para no despertar suspicacias entre los rudos parroquianos, se presentó
con el nombre simple de Ubaldo. Y con el aplomo de un coronel de Caballería declaró
que había venido a Ponferrada con la intención de “informar sobre la causa
republicana a los jornaleros de mi pueblo.” Fue el Caimán el primero que
insinuó la posibilidad de que aquel pajarraco acaso fuera uno de los terroristas
que habían asesinado unos días antes en Lisboa al rey de Portugal.
-Soy
uno de los más viejos afiliados en el Partido Republicano-, les dijo.
Y sacó
luego del bolsillo de su chaqueta de pana negra un extracto del famoso discurso que había pronunciado unos días antes en Madrid el ilustre escritor don Benito Pérez Galdós, y les leyó con voz solemne:
-Juntos vamos a la batida del desmandado clericalismo. Aspiramos a la extinción
de esta langosta que invade el suelo y el aire y lo mismo devora la materia que
el espíritu. Aspiramos a la total desinfección de nuestro país, ahuyentando esa
siniestra nube de parásitos de diente voraz y aterrador zumbido. Queremos la
desaparición del fraile...
Al
día siguiente se le vio platicando con los obreros de la fábrica de luz y con
los trabajadores de las fábricas de curtidos, de chocolate y de jabón.
-Ponferrada,
el Bierzo, España entera, están cuajados de caciques... La reina Victoria ha
dado a luz un varón hemofílico. El Gobierno de Maura ha suspendido las garantías
constitucionales... Está próximo el día de la batalla. ¡Inyectaos, amigos, del
Ideal Republicano!
Algunos
incrédulos contaron luego que aquel hombre les había regalado un librazo que
llevaba por título El Lobumano, una novela sociológica incendiaria que no se
atreverían a leer en público jamás.
El
sargento de la Guardia Civil iba a enterarse esa misma noche de quién coños era
aquel viejo republicano de mierda que había tenido los huevos de presentarse en
la ciudad con el ánimo de agitar las tranquilas conciencias de sus honrados
trabajadores.
Nombre
y apellidos: -Ubaldo Romero Quiñones
Lugar
de nacimiento: -Ponferrada
Profesión:
-Asalariado de la
Literatura y Soldado de la Democracia.
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