Amigos, desde la bahía del Pajariel y con una copa de Bierzo
en la mano, pienso en todos vosotros, y en nuestros lagos y murallas y en
nuestros ángeles, y en nuestros locos y animales y bosques...
Y en voz alta y con el corazón en sol sostenido os proclamo mis deseos para el
año por venir:
A los pájaros que fecundáis esta república os deseo la fe astral de vuestros
antepasados para consagrar con entusiasmo la próxima primavera.
Y que los caballos espanten con sus crines de abril los vientos que transportan
las enfermedades mentales y los males gratuitos.
Y que los trenes que cruzan a diario esta república sigan silbando su mitología
impresionista ante el asombro de los niños.
A los indignados les pido el coraje y la sabiduría ineludibles para continuar
enarbolando las antorchas de la rebelión y la utopía.
A las prostitutas que no tengan más remedio que rondar por las calles más
céntricas de la ciudad les deseo la dignidad de los anacoretas del silencio.
A los parias y a todos aquellos que padezcáis el insomnio de la emigración, el
hallazgo de la brújula de las revoluciones. Y que las aguas de nuestros ríos
legendarios prosigan reflejando la superestructura de la Vía Láctea.
A los poetas y pintores, tanta locura como os sea necesaria para que continúen
lloviendo estrellas dadaístas y flores del vino sobre nuestras conciencias.
A los cuentistas os deseo la construcción de esos relatos únicos que de tarde
en tarde encienden el arco iris en el corazón de las aldeas... y en las ciudades
los aromas del mar.
A los músicos, la invención constante de esbeltas melodías que iluminen
nuestros amores y trabajos cotidianos.
Para todos vosotros, oh mis amigos que construís con vuestra audacia los
caligramas del porvenir, reclamo la intensa y brevísima sensación de felicidad
que nos brinda el café de cada día.