Para describir la flor del almendro,
no hay enciclopedia de botánica
que valga, ni diccionario alguno...
El lenguaje me atrapará en las redes de la retórica /
y la retórica hiere el sentido y loa la herida,
como el macho que dicta a la hembra los sentimientos /
Si yo soy eco,
¿cómo habrá de irradiar de mi lengua la flor del almendro?
Es...
Transparente, como la risa acuática
del tímido rocío en las ramas...
Leve, como una frase blanca melodiosa...
Frágil, como el instante en que una idea
se asoma a nuestros dedos
y en vano la escribimos...
Densa, como un verso que no se anota
con letras /
Para describir la flor del almendro he de visitar
el inconsciente y que me guíe al léxico de un sentimiento
prendido de los árboles. ¿Cómo decirla?
¿Cómo se nombra esto en la poética de la nada?
He de rebasar la pesantez y el lenguaje
para sentir ligeras las palabras
cuando se tornan
un perfil susurrante, que yo las sea y ellas me sean
blancas transparentes /
Ni patria ni exilio son las palabras,
sino blanco-pasión para describir la flor del almendro /
Ni nieve ni algodón / Pero qué es ella,
que desdeña las cosas y los nombres.
Si lograse el autor combinar unas sílabas
que describieran la flor del almendro, se levantaría la
niebla
de las colinas y un pueblo diría al unísono:
Ya está /
¡Ésta es la letra
de nuestro himno nacional!
(Como la flor del almendro o allende (Ka-zahr al-lauz
au abd)
Beirut, Riad El-Rayyes, 2005.
TRADUCCIÓN DE LUZ GÓMEZ GARCÍA
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